Esgrima

«Vencer al cáncer fue como ganar un combate con Dios de entrenador»: Esgrimista Johana Fuenmayor

La zuliana se recupera de una mastectomía total y  volvió al gimnasio Luis «Lucho» Moreno en La Victoria.

 

Ver ganar a la esgrimista zuliana Johana Fuenmayor en los escenarios nacionales e internacionales se había convertido en algo tan cotidiano para el deporte regional y nacional, que su llegada a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 no causó sorpresa, aunque sí gran alegría y muchas satisfacciones.

Como en todo atleta con espíritu guerrero su ascenso en este deporte fue producto de trabajo constante, entrega, esfuerzo y el creer ferreamente en sí misma ante cada reto asumido.

Pero el camino en la carrera de esta hermosa atleta maracaibera no estuvo lleno de flores. El destino le deparaba el más duro combate que afrontaría cuando todavía la palabra retiro no aparecía en sus proyectos y estaba pasando la hermosa etapa de amamantar a su hijo, Samuel Trocóniz.

En septiembre de 2020 ella misma, bioanalista de profesión, se detectó lo que tras primeros estudios resultó ser un quiste benigno en su mama derecha, lado que usa para competir por su condición de diestra natural.

Sin embargo, no desaparece con tratamiento y otros estudios conllevan a la cirugía, situación que se presenta en medio de la pandemia por la Covid-19. Su esposo se contagió con el virus y hasta sufrió un infarto todo lo cual acarreó enormes gastos, por lo que el dinero escaseaba retrasando la intervención hasta el siguiente año.

Tras la operación, el 18 de octubre de 2021, la biopsia revela que el tumor es maligno. «La patóloga, amiga mía, me entrega el resultado temblando y me dice que el resultado es positivo para cáncer. No me alarmé y tomé todo con calma. Ella me explicó que las células no eran del tipo agresivo e invasivo y que muy probablemente todo se reducía al área del tumor», explicó Johana.

«Lo único que sí me puso triste fue el temor manifestado por mi esposo de que más nunca iba a poder volver a la esgrima. Por la mente me pasó toda mi vida de atleta como una película y el sentimiento de tener que dejarla me embargó», recuerda durante el único momento de la entrevista en que sus ojos se llenaron de lágrimas.

Agrega que a su esposo se le fue el mundo cuando les dieron la noticia. «A la pregunta ¿qué haremos? yo le respondí: Esa es una prueba más, Dios sabe lo que hace y vamos a enfrentarla», dice.

«Yo tomé a mi hijo que tenía una presentación de canto ese día y lo llevé. Por la noche oramos mucho. Luego me costó dormir», exclama.

Tocaba esperar el resultado del examen revelador del tipo de tumor y tratamiento a seguir. La mastólogo le dijo que con el resultado de la biopsia había que ir nuevamente al quirófano para extraer ganglios y hacer una mastectomía parcial o total. «Yo decidí que fuera total basada en mi experiencia de bioanalista y en efecto así fue», explica.

Actualmente Johana volvió a su querido gimnasio Luis «Lucho» Moreno de la urbanizacion La Victoria, acompañada de su hijo, donde está dando los últimos pasos de su recuperación vinculados a ejercicios propios de la esgrima.

«Yo pienso que gran parte de la fuerza para vencer al cáncer se lo debo a la esgrima por el hecho de no rendirme y siempre querer ganar superando cada momento difícil del combate donde Dios me guió como entrenador. Cada quimioterapia era un toque que me anotaba a mi favor en ese combate», resalta.

«Yo lo comparo con algunas victorias logradas que parecían imposibles, como ganarle a Italia, Rusia o Polonia, por ejemplo. Antes del combate era impensable ganar, pero en medio de la pelea uno se daba cuenta que sí se podía y luchaba sin rendirse hasta ganar. Esto fue algo parecido», acota.

La cirugía

«El 3 de noviembre me operan nuevamente y hacen el procedimiento que posteriormente resultó muy doloroso con una recuperación muy larga atizada con las quimioterapias que fue lo peor de todo», añade.

«Nunca me sentí decaer, frustrada o deprimida. Pienso que esa fuerza espiritual vino en parte por los principios que aprendí de la esgrima».

El proceso de recuperación lo viví sola. Mi esposo trabajaba, todos mis hermanos fuera del país y mi mamá estaba enferma con la Covid-19. Una vecina me acompañó tres días nada más y luego tuve que llevar yo sola mi recuperación. Con una mano cocinaba y hasta tuve que manejar para llevar a mi hijo a la escuela pues no había transporte por la pandemia y escasez de gasolina.

A los 15 días de la operación vinieron las terapias. «Eso sí me tumbó. Aunque conocía de cierta forma sus efectos no le temí hasta que lo viví. De la primera salí bien, pero a los ocho días ya no tenía cabello. Fue lo peor de todo».

«Después fue horrible. No podía comer. Quedaba sin energías, me cansaba de nada, sentía ahogo y había noches completas que pasaba sin dormir porque mis palpitaciones subían tanto que sentía que si me dormía amanecería muerta», revela.

Y agrega: «Luego de la cuarta quimiterapia dije que no iría más. Creí que no aguantaría. Pero escuché historias de otros pacientes que quedaban peor en comparación a como yo estaba y continué. Luego vino otro tratamiento menos fuerte y así seguí hasta hace dos meses que terminé la última sesión».

Señala que todavía débil comenzó a trabajar porque sentía que era una forma de sobreponerse y lo logró. El último chequeo reveló que no había rastros de células malignas en ninguna parte del cuerpo.

Así, sin lamentaciones ni resabios, con total serenidad, Johana contó la historia del combate más importante ganado en su vida. En la próxima entrega verán el relato de su carrera deportiva, cómo llegó a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y lo que persigue en la nueva etapa de su carrera deportiva, que espera desarrollar con la esgrima.

Luis Bravo
Fotos: Luis Bravo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *