Silvino Bracho honró compromiso con el equipo de sus amores
Junto con Alí Castillo, José Pirela y Freddy Galvis habían hecho un pacto para la dignificación del equipo
Este es un relato desgarrador sobre un hombre dispuesto a la inmolación con tal de honrar su compromiso. Todo roto, todo remendado, vendado cual Ramsés II, el salvador de las Águilas del Zulia Silvino Bracho llevó la lealtad al límite con tal de hacer valer un juramento. La recompensa fue la clasificación de los rapaces al Round Robin y su proclamación como Cerrador del Año en el beisbol profesional venezolano.
Cercado por lesiones, dolor y extenuación, la temporada 2024-2025 fue la más retadora en la LVBP para el relevista derecho de 32 años de edad. Llevó a su cuerpo al límite, pero le cumplió al equipo, a sus compañeros, a los fanáticos. Y a lo pactado el 30 de diciembre de 2023 en Maracay.
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“Este compromiso surgió en la temporada pasada cuando perdimos la ronda de comodines con los Tigres de Aragua”, rememora Bracho en el terreno del Luis Aparicio El Grande de Maracaibo. “Esa noche, todo el equipo acordó construir unas Águilas del Zulia como las que vimos este año”.
Los líderes del club, Bracho, Alí Castillo, José Pirela, Freddy Galvis, hicieron un pacto: todos se prepararían para jugar desde temprano y consagrarían todas sus energías a la dignificación del Zulia. “No querían allí a nadie carente de compromiso”, relata un testigo bajo condición de anonimato. Bracho recordaría aquel mandato en noviembre del año siguiente, cuando los occidentales visitaron a Caribes de Anzoátegui.
“Recuerdo haber entrado a salvar un juego en Puerto La Cruz desde el octavo inning, cuando había dos outs”, precisa el taponero con siete campañas como grandeliga. “Estaba enfrentando a Niuman Romero y me dio un rolling por primera base. En cuanto salí a cubrir la primera sentí el desgarro en la pantorrilla (derecha). Por suerte, el primera base logró hacer el out. Al día siguiente volé a Caracas, me hice exámenes médicos y era un desgarro grado dos. El médico me infiltró la pantorrilla y me recomendó 21 días de reposo para poder sanar plenamente. Le dije al doctor: usted me conoce y sabe que eso es imposible. Yo veré cómo me voy sintiendo y evaluaré si lanzo o no. Luego volvimos a Puerto La Cruz, jugábamos de nuevo contra Caribes de Anzoátegui y estaba cerrado el marcador. Y salí a salvar, pese a sentir dolor. Los muchachos se dieron cuenta. Andaba todo vendado, pero nunca abandoné al equipo”.
COMPROMISO FORJADO EN FUEGO
Lipso Nava, mánager de los rapaces, tiene tatuado en la memoria ese agónico salvamento de Bracho, en el cual recibió una carrera en medio de agudos dolores. “Estaba regresando de su lesión en la pantorrilla y lo acababan de infiltrar”, detalla. “Yo lo veía sobre el montículo y notaba que no era él, pero cuando fui a hablar ni siquiera me dejó salir del dugout. Me dijo: ‘déjame, que este juego es mío. Confía en mí’. Eso fue en Puerto La Cruz. Le respondí: ‘está bien, este juego es tuyo’. Me devolví. Salvó. Luego me dio las gracias y le contesté: ‘sé que tú le vas a poner y estoy seguro de que el trabajo se va a hacer’. Ese es el tipo de relación que tenemos él y yo”.
Bracho seguiría desgarrándose sobre la loma. “A raíz de esa molestia en la pantorrilla cambié mi manera de lanzar para no apoyarme mucho en la pierna y sentir más comodidad en el montículo. Esa modificación provocó otro desgarro, ahora en el oblicuo”, reconstruye Bracho. “El doctor volvió a insistir en la necesidad de parar, pero preferí otra infiltración y más vendajes. Ante eso, el médico dijo que yo era grandecito y que si pasaba algo sería mía la responsabilidad. Yo le contesté que si subía al montículo y me sentía incapacitado para lanzar me salía del juego. Pero si percibía que podía hacer el trabajo valiéndome de mi experiencia, lo haría. Así no estuviera a plenitud de condiciones, yo iba a salir a guerrear. Así estuve, así pude ganar el Cerrador del Año en la temporada más exigente para mí, por más que me preparé muchísimo en Estados Unidos antes de venirme para acá”.
UNA RELACIÓN FRANCA
Lipso Nava lo describe como “un profesional a carta cabal”. “Él sabe que adquirió un compromiso con su equipo, con su fanaticada y con su mánager”, prosigue el Mánager del Año en la 2024-2025. “Tenemos la libertad de decirnos las verdades a la cara”.
Nava supo también administrar a un Bracho disminuido, pero efectivo, para que siguiera rescatando a las Águilas durante las postrimerías de los combates. “En esta industria, en especial quienes trabajamos para organizaciones de Grandes Ligas, nos acostumbramos a hacer una minuciosa evaluación sobre la salud de nuestros jugadores a partir de los informes médicos”, advierte el estratega. “Uno sabe con quién cuenta y quién está adolorido. Además, los mánagers tenemos como un sensor que nos recuerda que, a los 30 pitcheos, la gasolina del cerrador se evapora. Ese indicador me señala cómo debo usar a Silvino. A veces me ha dicho, hoy no puedo. Eso es lo importante de la comunicación franca que tenemos”.
Fuente: LVBP
Foto: LVBP